miércoles, 14 de agosto de 2019

CRÓNICA DE CHERNÓBIL O LA GUERRA PARA LA QUE NO ESTABAN PREPARADOS.

VOCES DE CHERNÓBIL, CRÓNICA DEL FUTURO, de Svetlana Alexievich. Ediciones DeBolsillo, traducción de Ricardo San Vicente



Sería fácil decir que este libro, la crónica periodística que la premio Nobel Svetlana Alexievich publicó hacia 1997 a partir de decenas de testimonios recopilados tras la tragedia de Chernóbil vuelva a asomar la cabeza por los influjos mediáticos de turno, y que sin ellos estaría olvidada. Nada más lejos de la realidad: pronostico que Chernóbil volverá cíclicamente a la mente de cada generación como ejemplo de intento de destrucción del planeta por parte de la especie humana, de incapacidad del ser humano para concebir sus consecuencias (en este caso bajo la forma de una dictarudura burocratizada, torpe y en declive), y allí estará como documento imperecedero el libro de la escritora bielorusa.

Lo que hace de Crónica de Chernóbil un libro imprescidible y que lo convertirá en un clásico vivo para cada generación, es precisamente haber sido escrito años más tarde de la tragedia, y no como un documento que pretendía explicar qué sucedió, cómo fue o exponer una cronología de los acontecimientos, si no sencillamente dejando que las personas a las que aquello les cambió la vida para siempre dieran su testimonio tras años de silencio.

Porque Alexievich busca sencillamente la verdad, y la única verdad en la tragedia de Chernóbil, donde la desinformación y la censura imperó durante años, es precisamente las miles de historias personales: cómo lo vivieron, qué sintieron, cuál fue su vida desde entonces, la incomprensión y marginación de la que fueron víctimas por parte de la sociedad como portadores de un estigma que marcaría generaciones. Esa es la única verdad incuestionable, probablemente una anécdota ante los miles y millones de años que la radiación continuará viva.

Muchos testimonios dan a entender que sus vidas, y con ellos la de la antigua URSS, se movieron entre dos acontecimientos: la Segunda Guerra Mundial y Chernóbil. Acontecimientos que el mastodóntico Estado en el que todavía vivían quiso ver como idénticos porque era el única realidad a la que estaban todos preparados. De hecho actuaría de manera similar, comprometiendo miles de vidas en forma de liquidadores (aquellos que limpiaron el reactor con escasos medios y cuyos testimonios -de ellos, de sus familias....- están tan presentes en este libro y que acabarían perdiéndose y muriendo en la inmensidad soviética), de la misma forma como en su momento miles y miles de vidas cayeron ante el avance alemán hasta colapsar al enemigo, incapaz de hacer frente a esa carga de muertos. La diferencia (a pesar de lo que toda Europa debe a aquellos héroes anónimos) es que en esta ocasión el enemigo era mucho más tenaz (contando el alcance de sus consecuencias en milenios) e indestructible. Al final, no se encontraron con la guerra para la que se habían preparado.

Lo más sorprendente de Crónica de Chernóbil es que la autora en ningún momento parece estar presente, casi ni asoma explícitamente entre sus páginas más allá de ser a quien dirigen sus voces los testimonios, o quien ha recopilado las historias de otros. Todo está tejido con decenas de monólogos casi improvisados, descarnados, de todos aquellos que vivieron la tragedia, con lo que interpretamos aquella realidad con sus vivencias directas, sus opiniones, sus tragedias personales; todo aquello que se les ocultó, lo que se les dijo que sucedía, las evacuaciones ante un peligro invisible….

Aunque evidentemente Alexievich sí que está presente: al final es ella la que moldea la manera como nos hace llegar ese conjunto de voces que quieren gritar y ansían decir su verdad, y quien nos construye una visión llena de matices y realidades diversas; es ella la que introduce cada monólogo con un encriptado título, algo así como un verso suelto inspirado en la tragedia que hay detrás de cada voz.

Muchos testimonios plantean en sus monólogos (recogidos años más tarde, a finales de la década de los 90 del siglo pasado, con tiempo de haber reflexionado sobre lo sucedido) la incapacidad de concebir lo sucedido, del efecto desastroso y casi eterno a escala humana del mal provocado que afectará a generaciones, y con frecuencia acaban volcándose en cuestiones sobre la condición humana y su vocación de rival de la naturaleza, en el sentido de antagonista entre quien da la vida y quien se obstina en destruirla y perpetuar la muerte.

Ante toda esa tragedia de dimensiones más allá de lo humano Svetlana Alexievich cree que sólo hay una opción posible como escritora y periodista: darles la voz.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Quim, muy buen libro y por supuesto muy buena reseña.
Sigue publicando
Saludos