viernes, 21 de agosto de 2020

DANIEL MENDELSOHN, UNA ODISEA

 Una Odisea, de Daniel Mendelsohn. Editorial Seix Barral, traducción de Ramón Buenaventura.


Recuerdo haber visto este libro pervivir durante largo tiempo en diversas páginas web y estantes virtuales de varias librerías, sin hacer demasiado ruido pero recopilando opiniones unánimemente favorables. Esa persistencia me hacía pensar que era un libro al que valía la pena acercarse.

Daniel Mendelsohn, profesor de lenguas clásicas en una Universidad norteamericana, dirigió en su momento un seminario sobre la Odisea de Homero a la que por sorpresa su padre, matemático que había desarrollado una envidiable carrera profesional en centros de investigación de prestigio (y que de joven ya había manifestado interés por el mundo clásico), pidió asistir como oyente.

Desde el inicio apreciamos la fuerte personalidad de su padre y la distancia que intuimos existe entre ambos, por lo que su presencia en ese seminario será el punto de partida para que el autor indague en la verdadera personalidad de su padre. 

La narración se articula a partir de lo acaecido durante ese seminario y a partir de ahí se mueve hacia el pasado (o el futuro) buceando en su historia familiar, intentando encontrar una imagen verosímil de su padre que en ocasiones le parecía un auténtico desconocido.

El libro se estructura alrededor de una parte más erudita que tiene que ver con la descripción del texto de Homero (la descripción e interpretaciones de los diversos pasajes de la Odisea, el estudio de su contexto histórico, las lecturas que ha tenido el poema a lo largo de la historia, la propia existencia real o no de Homero, o las experiencias del propio autor como alumno de lenguas clásicas, etc) y a partir de ahí las intervenciones de los jóvenes asistentes al seminario alrededor de la interpretación del texto, que poco a poco se hacen más atrevidas hasta llegar a poner en duda ciertas ideas preconcebidas por el autor acerca del texto homérico y su interpretación. 

En paralelo a ello, y a raíz de los temas planteados al escrutar la Odisea, el autor empieza a plantear diversos aspectos de la relación con su padre, y lo hace al hilo de las intervenciones en clase de su progenitor ya que, a pesar de haber prometido a su hijo mantenerse al margen, desde el primer momento no duda en intervenir con opiniones que se van haciendo poco a poco no sólo más frecuentes sino también más contundentes, a las que tan proclive es por su carácter.

Al hilo de ello se plantea la duda sobre la heroicidad real de Odiseo (que es el nombre que se usa en lugar del latinizado Ulises) ya que recibe la ayuda frecuente de los dioses (confrontado con los humildes orígenes del padre del autor), la relación con su madre (al abordar la de Odiseo con Penélope), o incluso con su propio hijo (personificado en Telémaco), hasta llegar a la visión de la muerte una vez llegados a los últimos versos del poema. 

Tal vez el lector espera (o eso era mi caso) que afloraran revelaciones más inconfesables entre ambos (el tema de la homosexualidad del autor, por ejemplo no presenta problema alguno para el padre), pero esto no es una novela. Es una indagación sobre la relación del autor con su padre y un intento de revelar la naturaleza real de éste. Sobre acontecimientos del pasado que desconocía, o sobre las motivaciones reales que llevaron a su padre a tomar ciertas decisiones cuyo motivo creía conocer, y que le han permitido tener una dimensión "más mortal" y falible de su propio padre.

Y las conclusiones que obtiene tal vez nos interrogue a nosotros mismos sobre qué conocemos de los demás o qué pueden llegar a conocer los otros (nuestros propios hijos, por ejemplo) de nosotros mismos.

Probablemente la lección final la tenemos en las versiones contemporáneas del poema épico en boca de Tennyson y Kavafis (también mencionadas aquí), que nos hablan de una Ítaca no como un lugar real y tangible sino como camino y objetivo en la vida.


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