sábado, 28 de septiembre de 2019

EL DESCONCIERTO, DE BEGOÑA HUERTAS, O CÓMO LA LITERATURA NOS AYUDA ENTE EL CÁNCER

El desconcierto, de Begoña Huertas; editorial Rata.

Encontré este libro por casualidad en la biblioteca pública, atraído simplemente por su aspecto virginal pendiente todavía de su primer lector, por su edición sobria pero cuidada y tal vez por alguna olvidada referencia a la editorial. Ninguna referencia (al menos consciente) ni a la autora ni al propio libro. A veces algunos descubrimientos surgen así.


Enseguida me gustó el título con el que Begoña Huertas titula esta experiencia de la lucha contra el cáncer: El Desconcierto. Porque probablemente sea la mejor manera de describir ese primer momento en el que se nos anuncia la enfermedad. Creo que no sería miedo o desesperación (eso vendría luego, supongo) sino sobretodo desconcierto. 


Es un libro que parece partir de la idea de usar la literatura “para componer la armonía rota por el cáncer” como ella misma señala en algún momento pero escrito tras la enfermedad a partir de los sedimentos de emociones y vivencias acumulados, notas apresuradas, recuerdos y lecturas.


De entrada el libro se enfoca en indagar, en busca de unas primeras respuestas, en cómo la literatura ha tratado la enfermedad como tema al hilo de recopilar material para una novela que la autora tenía en mente escribir. Y su sorprendente conclusión es que la literatura ha evitado el tema de la enfermedad de forma clara y directa. Sólo en ocasiones la locura o algo tan genérico como las enfermedades del alma. Como mucho algunas enfermedades que se rodearon en su momento de cierto romanticismo como los enfermos tuberculosos de “La montaña mágica” (tan lejanos en ese sentido a otras enfermedades más actuales como el sida), o incluso tal vez la propia muerte han sido tratadas en varias ocasiones por la literatura, pero ésta parece evitar sistemáticmente el deterioro físico que implica la enfermedad y sus consecuencias. Solo se hace mención de una digna excepción: “La muerte de Ivan Illich”, de Tolstoi. 


Únicamente desde propuestas que entrarían dentro de los llamados libros de “no ficción” se ha venido abordando en ocasiones de manera más clara, como “Bajo el signo de Marte” del suizo Zorn, o “De vidas ajenas” de Emmanuel Carrère, aunque la visión de la enfermedad como consecuencia psíquica de la mente que en ocaesiones parecen compartir ambos no la comparta la autora en absoluto. 


Todo ese afán de lecturas diversas para poderse pertrechar ante ese desconcierto inicial y poder afrontar la enfermedad. A partir de ahí el libro se abre a su experiencia directa del viacrucis del cáncer y todas las fases y situaciones que van apareciendo: la constatación de la difícil comunicación entre una persona sana y un enfermo (“parece que se trate de dos especies humanas diferentes”), la “deshumanización” del cuerpo ante un proceso de tratamientos y pruebas que suceden a veces con cotidianidad insoportable, el escaso poder de decisión que el paciente tiene en diversas situaciones o la terapia psicoanalítica a la que se sometió en cierto momento de su enfermedad.        


El libro tiene una estructura que participa de muchos géneros a la vez: el de memorias, el ensayístico y en ocasiones el de la propia novela (cuando por ejemplo retrata  los diversos compañeros de habitación con los que ha de convivir), salpicado a su vez un poco al estilo Sebald de fotografías o diagramas hechos a mano alzada.


Al hilo de la referencia al libro de Carrère antes mencionado recordaba la frase de una de sus protagonista al hablar sobre un cáncer sufrido de joven donde lamentaba la sobreprotección desmedida de su familia durante todo ese tiempo en el que “no le habían dejado vivir su enfermedad”. Supongo que me vino a la cabeza precisamente porque creo que el afán de este libro es precisamente ese: dejar constancia no solo de una supervivencia a la enfermedad sino del intento, totalmente exitoso creo, de construir la propia identidad dentro de ella, y de lo que la literatura suponía para ella a la hora de entender ese largo proceso.

No hay comentarios: