Kassel no invita a la lógica, de Enrique Vila-Matas. Editorial Seix Barral.
instalación de Pierre Huyghe en Documenta 13
Ya van algunos libros de Vila-Matas donde lo que encuentro más interesante
no es tanto el libro mismo como todo lo que hay alrededor de él. Es decir todo
ese mundo de referencias literarias y artísticas del que es devoto, todo ese
espacio tan propio que lo caracteriza.
Uno tiene la sensación de que Vila-Matas en el fondo acaba por repetirse, y
tal vez lo que se espere de él sea precisamente eso: la dosis necesaria que
necesitan sus lectores con cierta periodicidad, siempre fiel a su estilo tan
personal que tantos, con mayor o menor fortuna, vienen imitando.
Aquí lo vemos como su querido Robert Walser, como Sebald, ambos paseantes
empedernidos, como los personajes de su apreciada novela Locus Solus de
Roussel, contemplando la desmesura de la Documenta de Kassel, esa muestra del
arte contemporáneo que inunda cada cinco años la ciudad alemana donde ha sido
invitado para ser, él mismo, una instalación artística viviente, dejándose ver
mientras escribe sentado en la mesa de un restaurante chino de las afueras donde
antes que él otros ilustres escritores han participado.
Esa imagen, que fue real porque realmente participó en la Documenta 13 tal
como lo describe, me parece además bastante ilustrativa: tal vez el propio Vila-Matas, circunscrito a su personal mundo literario, acaba siendo en cierta
manera una “instalación artística” que se revisita constantemente, fiel a su
estilo, ejerciendo creo que una considerable influencia en muchos otros que
participan de los artificios (en el buen sentido de la palabra, que conste) metaliterarios
similares, si se me permite la expresión.
No hace mucho se publicó en catalán “Albert Serra, la novel-la no el
cineasta” de Albert Forns donde el mismo escritor-narrador pretende ser Albert
Serra, el cineasta vanguardista que también fue invitado a la misma Documenta
de Kassel (de la misma manera que Vila Matas menciona en algún lugar cómo
participó en un concurso de dobles de Hemingway sin parecerse en nada a él).
Albert Serra exhibió en Kassel uno de
sus típicos proyectos desmedidos: la filmación de la representación literal de
“Las conversaciones privadas con Hitler” de Trevor-Roper y las “Conversaciones
con Goethe” de Johann Peter Eckermann, que eran filmadas en la propia ciudad
para ser expuestas diariamente, capítulo a capítulo. En esa novela, llena de
recursos vilamatianos, aparece precisamente una referencia a su estancia como instalación en aquel
restaurante chino, e incluso el propio Albert Forns le deja una nota a
Vila-Matas sobre la mesa, debido a que en aquel preciso momento no estaba allí
(lo que hace pensar que sus ausencias premeditadas en tan tedioso espectáculo,
tal como narra en el libro, fueron frecuentes).
En definitiva, que la sombra de Vila-Matas es alargada. Y lo seguirá
siendo.
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