jueves, 30 de septiembre de 2010

ALONDRA Y TERMITA, DE JAYNE ANNE PHILLIPS



Alondra y Termita, de Jayne Anne Phillips. Duomo ediciones, traducción de Gabriela Bustelo y Miguel Hernández-Lage.

“Un relato o una novela continúan viniéndome a través de una frase por la que me dejo conducir hacia el libro. La voz de Alondra supuso el arranque de esta novela y la percepción de Termita la moldeó”.

Ese es el eje alrededor del que se expande esta novela, la vida de dos niños cercanos a la adolescencia, Alondra, una joven que la vida ha hecho madurar antes de tiempo, y su hermano Termita, con una severa deficiencia psíquica pero con una percepción de la realidad muy viva, donde los sonidos de su alrededor conforman su visión del mundo, y por el que Alondra siente auténtica y sincera devoción.

Son cuatro las voces que narran esta historia, la de ellos dos, la de Nonie, a la que su inseparable hermana Lola cede el cuidado de sus hijos, y Leavitt, el padre de Termita que durante el embarazo de su mujer muere en Corea.
Son a su vez dos hechos puntuales los que marcan el tiempo de la novela: la matanza de coreanos perpetrada en No Gun Ri por el ejército americano, y los mismos días de verano pero nueve años más tarde, en un pueblo de Virginia, Winfield, donde se avecina un fuerte temporal que amenaza con anegar el pueblo entero.

Es en el fondo una historia de perdedores, de personas que luchan por crear alrededor suyo lazos que restituyan sus vidas truncadas y sus familias fallidas, y sobretodo el deseo de seguir luchando. La de Leavitt refleja más que ninguna esa vida anónima que muere de forma absurda pero que en cierta manera tiene continuidad, parece querer sobrevivir en Termita, a pesar de todo.



Como han señalado la mayoría de críticas que he leído sobre este libro, son patentes las deudas con Faulkner, con Carson McCullers, con ese universo de la américa profunda recreado en Winfield, que probablemente sea como el Buckhannon natal de Jayne Anne Phillips “a un tiempo sudista y yanqui”.

No hay comentarios: