El váter de Onetti,
de Juan Tallón. Editorial Edhasa, traducción del gallego del propio autor.
Es curioso descubrir
cómo a veces nos llegan ciertos libros. Buscando a Eloy Tizón en una librería me topé con Juan Tallón, a la sazón vecino alfabético. Una portada no demasiado
agraciada no ayudaba demasiado en esta ocasión (como suele hacerlo en estos
encuentros fortuitos), pero su sorprendente título ya perecía anunciar que
estaba ante uno de esos “artefactos” metaliterios que suelen llamarme tanto la
atención y por los que suelo tener un apego inmediato. Una ojeada a su
contraportada, tantas veces señuelo de ingenuos, me lo acabó de confirmar y no
dudé en llevármelo. El romanticismo (no exento tal vez de cierta cursilería) de
estos encuentros inesperados en plena era digital fue definitivo.
Otra sorpresa fue
descubrir, ya iniciada la lectura, que estaba ante una novela originalmente
escrita en gallego y traducida por el propio escritor al castellano (lo que me
hizo pensar que, si la librería donde lo adquirí hubiera clasificado los libros
de otra manera, probablemente nunca lo hubiera encontrado).
Como suele ser
habitual en este tipo de argumentos, hay una mezcla constante entre aspectos de
la vida del propio escritor y elementos totalmente ficticios, en un juego donde
como suele pasar se pretende que la identificación de ambos por parte del lector no tenga la menor
importancia.
Juan Tallón (el del
libro) es un escritor que, como el propio autor abandona un diario gallego
de provincias (sin dejar pasar la ocasión de pasar cuentas) para recalar en
Madrid, aceptando un inesperado puesto en el Ministerio de Justicia y poder retomar
de esta manera, en paralelo, su carrera literaria en un ambiente urbano más
propicio (no hay que dejar pasar la aparente contradicción entre esta
aspiración y su trabajo…). Ese nuevo ambiente cultural y nocturno irá salpicado de
encuentros literarios de todo tipo (propios o ajenos: Marías, Pron, Onetti…),
junto con una sorprendente relación con unos enigmáticos vecinos que irá
hilvanando lo que poco a poco será lo que llamaríamos el cuerpo de la
narración, el hilo conductor de (o alrededor del cual se conducirá) la novela.
Será algo así como la búsqueda de la ficción a partir de la realidad, el buscar
algo que genere ese inesperado “clic” que le de una historia que contar, pero
que poco a poco lo llevará a él, como personaje de una historia contada por
otro, a un final inesperado.
En definitiva un libro lleno de referencias tanto al mundo literario (y editorial) como al proceso creativo, cuyo origen muchas veces insondable escapa al propio escritor, y que, como parece querernos decir, a veces puede pagar muy caro.
Sería interesante
leer ese otro libro (real) escrito por el propio Tallón al que hace referencia varias veces y cuya génesis describe
en varias ocasiones, porque probablemente nos ayudaría a tener una visión más
amplia de todas las referencias metaliterarias de las que se nutre el libro.
Esa obra es un libro del que tan sólo existe el original en gallego, A pregunta
perfecta, e indaga una sorprendente no relación entre César Aira y
Roberto Bolaño, y que durante El Váter de Onetti aparece rondando por la mesa de varios escritores y
editores en lengua española en busca de quien lo saque a la luz, incluyendo al
mismísimo Vila-Matas, el inevitable maestro que no puede faltar en un libro de
estas características.
Es
probable que a veces el libro nos recuerde a cosas ya hechas antes (que bebe de
maestros a los que no deja de referenciar, en particular Vila-Matas, por
ejemplo), pero seguramente merezca más de una lectura para poder asegurarse si
los diversos senderos que van apareciendo (el conjunto de referencias,
vivencias, historias....) y que parecen divergir constituyen en realidad una
arquitectura que al final converge del todo o no. Por desgracia uno siempre
queda con la sensación de leer una novel que me ha gustado pero que
probablemente (o tal vez) me podría gustar más todavía.
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