miércoles, 21 de noviembre de 2012

EL REPARADOR, DE BERNARD MALAMUD



El reparador, de Bernard Malamud. Editorial Sexto Piso.

Cuando Philip Roth, quien precisamente consideró a Malamud como uno de sus maestros mencionó alguna vez al escritor Aaron Appelfeld, llegado a Israel de bien joven tras huir de la Europa nazi, lo hace para recordar cómo podría haber sido su vida si sus padres no hubieran marchado de Europa a tiempo. Tal vez Bernard Malamud, cuando escribe esta novela ve a su personaje, Yakov Buk, de manera similar: cómo pudiera haber sido su vida en la antisemita Rusia prerevolucionaria si sus padres no hubieran emigrado a América, por mucho que, al igual que Buk, hubiese querido alejarse de la religión y las tradiciones de sus ancestros.

El libro está inspirado en hechos reales: la acusación que recae sobre un judío en la ciudad de Kiev a principios del XX de haber asesinado a un niño cristiano con fines rituales. No hubiera hecho falta referencia alguna a ningún hecho real: no deja de ser la eterna acusación que durante siglos recaía periódicamente sobre la estirpe judía desde la edad media, como una evocación del eterno delito de haber matado a Jesucristo en la cruz. Y ese delito recaerá constantemente en Yakov Buk, por mucho que haya luchado por desvincularse del judaísmo y gracias a una visión algo difusa de la obra de Spinoza, ir más allá de las ataduras que implican la comunidad judía.

Pero además de esa lectura estaría la de un hombre que intenta, por encima de todo, luchar por su inocencia y sobrevivir a las condiciones cada vez más penosas que se le imponen en prisión. En poco tiempo desaparecen de la narración referencias que no sean las de la celda donde se encuentra, y el exterior aparece como algo difuso e irreal. Con esa capacidad que el ser humano tantas veces demuestra, lucha por mantener su dignidad y su capacidad de raciocinio, sobreponiéndose no solo por los ultrajes a que lo someten, sino también a las pesadillas y sueños que lo asaltan con frecuencia y que pugnan por hacerle perder el juicio. Es la persistencia de esa visión sin esperanza de la vida en prisión probablemente lo más conseguido del libro.

Esta es tal vez la novela más conocida de Bernard Malamud, considerado uno de los principales escritores estadounidenses de origen judío (como Bellow, como Roth…). Por lo poco que sé no me consta que ninguno de estos escritores se acercara tanto a describir la vida judía europea. Todos ellos (incluso el propio Malamud) más bien la han escrito desde su perspectiva americana: son algo así como continuadores de la vida judía adaptada a un ambiente totalmente diferente al europeo, con oportunidades que aquí en Europa no tuvieron (o cuando pensaban que las tenían, se truncaron). Donde incluso es posible algo que tal vez el propio Yakov Buk buscaba: dejar de ser judío.

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