El
reparador, de Bernard Malamud. Editorial Sexto Piso.
Cuando Philip Roth,
quien precisamente consideró a Malamud como uno de sus maestros mencionó alguna
vez al escritor Aaron Appelfeld, llegado a Israel de bien joven tras huir de la
Europa nazi, lo hace para recordar cómo podría haber sido su vida si sus padres
no hubieran marchado de Europa a tiempo. Tal vez Bernard Malamud, cuando
escribe esta novela ve a su personaje, Yakov Buk, de manera similar: cómo pudiera
haber sido su vida en la antisemita Rusia prerevolucionaria si sus padres no
hubieran emigrado a América, por mucho que, al igual que Buk, hubiese querido
alejarse de la religión y las tradiciones de sus ancestros.
El libro está
inspirado en hechos reales: la acusación que recae sobre un judío en la ciudad
de Kiev a principios del XX de haber asesinado a un niño cristiano con fines
rituales. No hubiera hecho falta referencia alguna a ningún hecho real: no deja
de ser la eterna acusación que durante siglos recaía periódicamente sobre la
estirpe judía desde la edad media, como una evocación del eterno delito de
haber matado a Jesucristo en la cruz. Y ese delito recaerá constantemente en
Yakov Buk, por mucho que haya luchado por desvincularse del judaísmo y gracias
a una visión algo difusa de la obra de Spinoza, ir más allá de las ataduras que
implican la comunidad judía.
Pero además de esa
lectura estaría la de un hombre que intenta, por encima de todo, luchar por su
inocencia y sobrevivir a las condiciones cada vez más penosas que se le imponen
en prisión. En poco tiempo desaparecen de la narración referencias que no sean
las de la celda donde se encuentra, y el exterior aparece como algo difuso e
irreal. Con esa capacidad que el ser humano tantas veces demuestra, lucha por
mantener su dignidad y su capacidad de raciocinio, sobreponiéndose no solo por
los ultrajes a que lo someten, sino también a las pesadillas y sueños que lo
asaltan con frecuencia y que pugnan por hacerle perder el juicio. Es la
persistencia de esa visión sin esperanza de la vida en prisión probablemente lo
más conseguido del libro.
Esta es tal vez la
novela más conocida de Bernard Malamud, considerado uno de los principales
escritores estadounidenses de origen judío (como Bellow, como Roth…). Por lo
poco que sé no me consta que ninguno de estos escritores se acercara tanto a
describir la vida judía europea. Todos ellos (incluso el propio Malamud) más
bien la han escrito desde su perspectiva americana: son algo así como
continuadores de la vida judía adaptada a un ambiente totalmente diferente al
europeo, con oportunidades que aquí en Europa no tuvieron (o cuando pensaban
que las tenían, se truncaron). Donde incluso es posible algo que tal vez el
propio Yakov Buk buscaba: dejar de ser judío.
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