Una novela francesa, de Frédéric
Beigbeder. Editorial Anagrama, traducción de Francesc Rovira.
Escribe Frédérid Beigbeder que no
hubiera escrito este libro si no hubiera estado arrestado tras ser detenido por
consumo de drogas en plena calle y haber comprobado las condiciones que sufren
en pleno París del siglo XXI los que son detenidos por delitos que sin ser
graves son tratados como si lo fueran. Lo cierto es que esa experiencia le
llevó a escribir una novela que probablemente se concibió por motivos de
defensa propia pero acabó por ser una novela autobiográfica escrita desde lo
que consideraríamos la mitad de su vida, como el balcón en el desde el que ve
su infancia ya perdida y de la que no ha sido consciente hasta ese momento. Lo
cierto es que ese recorrido vital no nos sería de gran interés si no fuera por
cómo intenta ligarlo a la historia del Francia del pasado siglo, a una visión
del declive del mundo pequeñoburgués y a una necesidad de hacer balance, de
mirar hacia atrás y escarbar en lo aparentemente anodino de su vida.
Se me ocurre pensar qué
descubriríamos si hiciéramos algo similar, a pesar de no tener nada en particular
que narrar de nuestra vida. A pesar que construir nuestra propia autobiografía
pudiera ser poco interesante para un tercero, es probable que descubriéramos
cosas insospechadas: reconocimientos póstumos, la visión de un mundo esfumado
bajo al forma de rituales familiares, canciones, simples marcas de objetos
cotidianos, que adquirirían con el
tiempo significados nuevos, verdaderos símbolos del pasado y de una manera de
ser y pensar. Podríamos elaborar, como
hace Beigbeder una lista de cosas que debemos a nuestros padres, partiendo
aunque fuera de gestos insignificantes ante un espejo, y sorprendernos.
Parte Beigbeder de un material
nutrido de referencias cinematográficas, musicales y literarias que le sirven
en parte para ligar un pasado que dice recordar de manera muy vaga. Con ese
estilo ágil y muchas veces algo agresivo (aunque parece que no tanto como lo
que hasta ahora ha mostrado en lo que ha publicado) hace una crítica feroz de
la familia, sin duda influenciado por su propia experiencia (fue hijo de padres
separados), de la relación con su hermano (de gran importancia dentro de la
novela) y a su vez lo enlaza con un ataque a un modelo de vida “pequeñoburgués”
en el que sin duda fue educado y con una crítica a la historia de Francia del
pasado siglo, caracterizado según él por la amnesia colectiva.
En definitiva un ejemplo de
autobiografía no del todo ortodoxo pero sin duda marcado por una voz sincera,
crítica y mordaz. Y en esa visión personal de la realidad, alejada de modelos más contenidos que muchas veces caracterizan
este tipo de obras.
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