martes, 14 de diciembre de 2010

CORRER: VIDA Y PROEZAS DE EMIL ZÁTOPEK


Correr, de Jean Echenoz. Editorial Anagrama, traducción de Javier Albiñana.

Hubo un tiempo donde los deportistas todavía podían emular a sus ancestros de la antigua Grecia: donde, a cambio de muy poco, de una gloria efímera, luego el olvido, tal vez sólo a cambio de ser capaces de hacer lo que querían hacer, los atletas emergían de una Europa en ruinas para ser capaces de realizar gestas que distarán mucho de las marcas actuales pero que en su momento fueron heroicas. Uno de aquellos mitos que dio forma al atletismo contemporáneo fue el checo Emil Zátopek.

Este libro es una biografía inusual, casi un intento de esbozar cómo fue la vida de Emil Zátopek a la luz de sus proezas, de sus gestas cantadas por la incipiente prensa deportiva, del rugido de los estadios. Como si Echenoz hubiera tenido suficiente con ver las hemerotecas del momento, las corroídas filmografías de la época, su manera tan poco ortodoxa (insultantemente poco ortodoxa, por lo que parece) de correr, su sonrisa amable y el esbozo de un carácter sencillo y afable, y con todo ello ser capaz de acercarnos a cómo fue su vida, al mismo ritmo casi del que era capaz de correr el mismo Emil.

Sería demasiado fácil ver en él a una metáfora del tiempo que le tocó vivir: el haber desarrollado su carrera deportiva primero bajo la ocupación nazi de Checoslovaquia, luego durante el régimen comunista, como si correr fuera una respuesta natural a todo ello. De hecho fue éste último régimen quien en buena parte lo llenó de honores primero, luego pretendió perfilar su carrera deportiva, finalmente lo castigó por sus simpatías con la Primavera de Praga.

La vida de un atleta como Zátopek siempre será esquiva para un biógrafo: siempre nos quedará la duda de saber qué pensaba mientras corría, si realmente a pesar de su humillante superioridad siempre iba tan al límite como sus gestos parecían traslucir.

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