martes, 22 de mayo de 2012

SOCOTRA, LA ISLA DE LOS GENIOS

                                 Fotografia del  Jordi Esteva, publicada en el propio libro


Socotra, la isla de los genios, de Jordi Esteva. Editorial Atalanta.

 Algunos conoceréis a Jordi Esteva por otros libros dedicados al mundo árabe e islámico, en particular su celebrado Los árabes del mar, que sigue la estela de los navegantes árabes que surcaron el indómito Índico. Este libro parece un secuela de ese viaje, aunque Esteva nos habla de cómo ya de joven sintió una extraña fijación por esta mítica isla situada en el mismo cuerno de África, prácticamente donde el Mar Rojo y el Océano Índico se encuentran. Esas referencias a su infancia y a otros de sus viajes, serán frecuentes en este libro al que le quiere dotar de un sentido especial, como la culminación de un sueño hecho realidad, y que en el fondo abarca toda una vida de viajes. 

 Este viaje no es tanto un viaje físico como la búsqueda de un pasado mítico, intangible, que no ha dejado memoria en sus habitantes. Esteva viaja a Socotra atraído por las múltiples leyendas que desde la antigüedad la rodean, fomentadas por los múltiples tesoros naturales que poseía, sobretodo mirra e incienso, fundamentales en diversos rituales en el antiguo Egipto por ejemplo, hasta sus múltiples plantas medicinales y por lo que despertó el deseo de muy diversos pueblos, desde egipcios y griegos hasta etiopes o indostánicos. Pero ha sido una isla tan indomable, mítica por los marineros por su abrupta costa que no ha dejado vestigios de todo ese pasado glorioso, por lo que la leyenda ha sustituido a la Historia, y buscar las huellas de sus antiguos moradores es tan impreciso como buscarlas en la antigua epopeya de Gilgamesh de la que aseguran que la isla fue escenario. 

 Esteva encuentra por tanto ese desolador contraste entre la fascinante carga mítica de esa isla y la ignorancia de los actuales habitantes, formado por un impreciso sedimento genético de todos sus moradores, pero en especial por pueblos llegados de la Península Arábiga, hacia todas esas leyendas. A lo largo del viaje que lo llevará hasta las abruptas cimas de la isla, por entre sus bosques de Dragos y brumas, interrogará con frecuencia a sus habitantes sobre todas ellas pero sin encontrar prácticamente nadie que las conozca, tansólo ciertas historias de antepasados no tan lejanos le hablarán de un ave gigante que dicen habitaba las cumbres y donde Esteva quiere ver vestigios del ave Fénix que dicen habitó en esta misma isla. 

 Lo que si que encontrará es un mundo todavía virginal en muchos aspectos, rodeado de una rica cultura oral, anclado todavía en una visión tradicional del islam donde ciertas formas preislámicas todavía están vigentes a pesar de la presión de las posturas más ortodoxas de la religión a la que ya las nuevas generaciones poco a poco parecen ceder, provenientes de los imanes yemenís.

 Es por tanto un viaje a un mundo fascinante, virginal, único, donde la fascinación no sólo está en lo que ve el viajero, sino también en lo que no ve, en lo que de ella se habló y escribió a lo largo de los siglos. Tal vez esa ausencia de pasado que parece transmitir la isla es el mejor regalo que puede dar al viajero: el sentir que todo lo que se ha dicho sobre ella fue cierto.

3 comentarios:

Los tipos duros también leen dijo...

Me gustaría enviarte mi última novela en ebook, si te apetece me lo dices.
Salutacions cordials

JOAQUIM dijo...

Estaría encantado de leerla. Supongo que es la que haces referencia en tu blog recientemente. Sería un placer leerla. No tengo ebook pero podría hacerme con uno para poder leerla...si mis hijos me dejan tiempo (no sé si tal vez lo podría leer en el ordenador, no estoy demasiado familiarizado con estas tecnologías). Muchas gracias por seguir mi abandonado blog, que espero poder revivir en breve. Un saludo.

Los tipos duros también leen dijo...

No hace falta que te compres ebook, ¡ja! lo que te faltaba! yo también tengo hijos y sé lo que significa la palabra tiempo.
Si alguna vez te hicieras con uno, encantado de enviártela.
Saludos