El oficinista, de Guillermo Saccomanno. Editorial Seix Barral.
El mundo donde se desarrolla El oficinista es un presumible Buenos Aires donde se han desencadenado muchos de nuestros actuales fantasmas : un mundo donde la convivencia con un terrorismo endémico y de ignotos objetivos es diaria, donde las masacres en las calles y las matanzas en colegios no entorpecen el devenir cotidiano, donde una delgada línea separa quien, como el protagonista de esta novela, trabaja de oficinista en una sórdida e impersonal empresa de quien se hacina en las calles sin futuro, y donde esporádicamente se puede llegar a contemplar un iceberg paseando por la costa en esas latitudes.
En ese mundo el oficinista pretende renegar de lo que ha acabado siendo su vida: acosado por una familia que le es hostil, desencantado por un trabajo donde sólo se aspira a sobrevivir un día más, aspira a ser otro. Y pretende hacerlo descubriendo el amor por una compañera de trabajo con quien quiere cambiar su vida pero para quien él no supondrá nada especial. Probablemente en ese atisbo de amor y en la piedad que siente por su desvalido hijo pequeño esperará redimirse de ese mundo inhóspito.
Un libro de una gran fuerza, escrito sin piedad ni frenos desde la primera frase, donde nos sumergimos en ese mundo atroz en el que sus personajes se desenvuelven con normalidad, donde ni siquiera parecen agradecer estar vivos un día más, cosa que puede dejar de pasar en cualquier momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario