domingo, 10 de febrero de 2013

VICTUS, DE ALBERT SÁNCHEZ PIÑOL




Victus, Barcelona 1714, de Albert Sánchez Piñol. Editorial La Campana.


Albert Sánchez Piñol ha escrito el libro que de momento está destinado ha ser la mejor recreación literaria del periodo de la Guerra de Sucesion Española. De entrada ya lo es por el escaso entusiasmo que este conflicto ha generado en los escritores españoles, a pesar de su importancia y de sus consecuencias a la hora de perfilar, en buena parte, lo que sería la España posterior.

Hay dos cosas que enseguida llaman la atención de este libro: la gran carga documental acometida por el escritor, y por otro lado la peculiar voz del protagonista, un tal Martí Zubiría de quien el propio Sánchez Piñol encontró un par o tres de referencias documentales y que reinventó bajo la piel de un superviviente (con todos los matices posibles de este término) que desde la Viena de finales del XVIII dicta sus memorias de una manera totalmente deshinibida y despiadada, y sin dejar como diríamos títere con cabeza.

La narración se inicia con el acceso de un joven Martí Zubiría al círculo del mismísimo Vauban, donde será adoctrinado, tras una durísima formación, sobre el arte de la fortificación y el asedio, para años más tarde iniciar el conflicto sucesorio en las filas borbónicas, y acabar recalando, después de toda una serie de vicisitudes, en la defensa de Barcelona de su asedio final.

Como tantas veces sucede en las que se han venido en llamar novelas históricas, a Martí Zubiría se la hace vivir en la primera línea de buena parte de los momentos de esa guerra, así como codearse íntimamente con varios de sus protagonistas, en particular Villarroel, que se erige como la principal figura de la defensa final de Barcelona y de la causa austracista. Supongo que es mucho más atractivo para el escritor (y creo que también para buena parte de los lectores) ese tipo de historias pero tal vez nos alejan de la visión que probablemente tuvieron en su día quienes sufrieron ese conflicto, una percepción local  ignorante e inconsciente de las dimensiones globales de la guerra. A veces sería más interesante indagar en esos microcosmos locales (me vienen a la cabeza “Los once” o “Vidas minúsculas” de Michon), probablemente más complejos de narrar.

De todas maneras me parece que la visión que da del conflicto es a veces un tanto simplista, como la de verlo sencillamente (al menos en ese periodo final de la guerra) como un conflicto entre Cataluña y Castilla, lo que inevitablemente lo aboca a unas interpretaciones que remiten a una visión del presente lastrado de consecuencias políticas. De todas maneras lo más novedoso de su visión probablemente sea la de ver la resistencia de Barcelona como una voluntad de las clases bajas, cuando tal vez la de sus clases dirigentes hubiera sido en ese momento la de pactar la paz ante un ejército muy superior y un contexto internacional totalmente adverso. Se encuentran a faltar más referencias a lo que eran el resto de los antiguos territorios de la Corona de Aragón, que corrieron en definitiva la misma suerte, o incluso al austracismo castellano, que  va más allá de Villarroel, entre otras cosas. De todas maneras, ni soy la persona apropiada para entrar en juicios de este tipo ni es este un blog dedicado a estos menesteres.

Sito de Barcelona (Institut Cartogràfic de Catalunya)

Lo más peculiar de esta novela probablemente sea la voz del propio narrador, una voz locuaz y deshinibida a la hora de recapitular su vida, irónica y mordaz, tal vez en exceso informal  pero que probablemente le permite poder transitar en una novela llena de matices que van de lo propiamente histórico a lo costumbrista y es posiblemente un buen método para poder afrontar los acontecimientos que narra desde un punto de vista muy personal, permitiéndose las licencias que crea necesarias (por ejemplo al retratar a personajes como el duque de Berwick, Villarroel o al propio Vauban y su mundo) sin tener que preguntarse hasta qué punto hay veracidad o no en lo que narra.

De todas maneras no puedo dejar de recordar un comentario que sobre esta obra escuché, que hablaba de Sánchez Piñol como un escritor “que domina a la perfección los métodos del best-seller que calidad”. En definitiva no dejo de verla como una novela de aventuras, a pesar de que sin duda pretende dejar testimonio de un momento histórico concreto y cubrir un vacío existente, pero tal vez algunos buscamos otras cosas en la literatura. Vaya, que nadie espere encontrar algo así como “Los once” de Pierre Michon…. (entre otras cosas porque tampoco la novela lo pretendía).

Para consultar lo que se ha dicho de esta novela en varios medios (o entrevistas con el autor) aquí dejo un enlace de la propia editorial y otro con una página web dedicada en exclusiva a este libro.

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